Para esperar la venida de Jesús:
Compartir nuestros bienes y ser servidores.
Vivimos una
espiritualidad más al estilo de los monjes, con énfasis en la vida
contemplativa y por ello, desde la fe no damos mucho valor a las actividades de
la vida diaria.
El desprendimiento
evangélico de los bienes y la actitud permanente de servicio no forman
parte de las actitudes fundamentales de cada cristiano.
La
espiritualidad significa vivir el Evangelio de Jesús en el tiempo y en el
estado de vida de cada uno: por eso la forma de vivir el evangelio tiene que
ser diferente en los religiosos, los ministros ordenados y el pueblo fiel.
El común de
los bautizados tiene que vivir el Evangelio en las actividades familiares,
económicas, educativas, políticas, etc., mientras que los ministros tenemos que
vivirlo realizando nuestro ministerio conforme al Evangelio, y los Religiosos
han de vivir el Evangelio de acuerdo a las normas de su instituto.
El libro de la
Sabiduría nos recuerda la importancia que tenía la fiesta de Pascua para el
pueblo de Israel
En la
celebración de la Pascua, los israelitas fortalecían su esperanza en el mundo
nuevo de Dios (Sin impuestos ni trabajos forzados) y renovaban su compromiso de
colaborar con Él en la construcción de ese mundo nuevo.
Jesús, después
de la parábola del rico necio, se dirige a sus discípulos para insistir
en la necesidad de estar en vela. Para ello dos son las actitudes básicas del
discípulo de Jesús:
1) Vendan sus bienes y dénlo en
limosna; háganse bolsas que no se estropeen, una riqueza inagotable en el cielo;
.. donde tengan su riqueza tendrán el corazón.
2)
Tengan
el delantal puesto y encendidas las velas; como los que aguardan a que su señor
vuelva de la boda, para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame.
El mandato de vender los bienes, tiene que ser vivido hoy de una manera
diferente. Pero el espíritu es claro: ser solidarios, compartir, hacer
partícipes a los demás de los bienes que llamamos 'propios'; ser misericordiosos,
compasivos, justos.
Ejercer de servidores, es la esencia del cristianismo es el servicio
incondicional al prójimo hasta la muerte. Y esto no es consejo para unos
cuantos, sino para todos
Sólo así
estaremos preparados, en vela, para la vuelta del amo de la boda, imagen del
reino definitivo, que se anticipa cada vez que celebramos la eucaristía.
En la
celebración de la Eucaristía los discípulos de Jesús fortalecemos nuestra
esperanza en el mundo nuevo de Dios (El reino del amor, de la justicia, de la
verdad y de la paz) y renovamos nuestro compromiso de seguirlo anunciando y
construyendo.
Celebrar la
Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros comprometernos a
trabajar por combatir las causas de todo lo que deshumaniza a la persona.
Celebrar la
Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros para nosotros
vivir permanentemente sirviendo a los niños más débiles, a los adolescentes
menos atendidos, a los ancianos olvidados.
Celebrar la
Nueva Pascua en la Eucaristía ha de significar para nosotros vivir con
austeridad y solidaridad, deshaciéndonos de todo aquellos que no necesitamos y
a otros les hace falta
CCR
Agosto 10 del
2013
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