En un clima de violencia y de inseguridad pública celebramos hoy el Domingo de Ramos y aclamamos a Jesús como Rey.
De ordinario celebramos a Jesús como a cualquier jefe de Estado que se pone por encima de los demás, que actúa en forma autoritaria, que está muy lejos del pueblo, que gobierna en beneficio de sus allegados, y que no tiene planes a favor del pueblo.
Esta manera de gobernar genera una sociedad desigualitaria que propicia un ambiente de violencia e inseguridad pública.
Nos preocupamos mucho por el culto al Rey, pero poco vivimos y hacer realidad en nuestra vida personal y social, los valores de su Reinado: El amor, la justicia, la paz, la verdad
En este momento de violencia y de inseguridad pública es contrario a la celebración de hoy, el proclamar a Jesús como Rey, sin una decidida opción por la paz con justicia
Hoy, Domingo de Ramos, nos encontramos con Jesús que es reconocido como Rey por el pueblo y condenado a morir en la cruz por los jefes de los escribas y los jefes de los sacerdotes.
Acompañan a Jesús los galileos, que han escuchado la Buena Noticia del Reinado de Dios. Son los pobres que han visto en Jesús al Dios con nosotros, que alimenta, sana y libra de la marginación, al que devuelve la dignidad y da la esperanza de un mundo nuevo. Ellos reconocen a Jesús y lo proclaman bendito porque viene en el nombre del Señor. Lo hacen de forma espontánea tendiendo sus mantos y cortando hojas de los árboles de la orilla del camino. Jesús, a diferencia de los grandes de este mundo, monta en un burro, que es el animal que sirve al pueblo para sus actividades diarias.
Por otra parte, los jefes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos, en complicidad con Judas, han decidido dar muerte a Jesús por ser un hombre incómodo
• Porque no respetaba el sábado (Mc 2,27)
• Porque no observaba las normas de pureza (Mc 7,1-23)
• Porque modificaba la ley de Moisés (Mt 5,20-48)
• Porque se rodeaba de gente excomulgada (Mc 2,13-14
• Porque comía con personas de mala fama (Mc 2,15-17)
• Porque tocaba a los leprosos y a los muertos (Mc 1,41; 5,41).
Y varias veces las autoridades , a pesar de haber hecho varios intentos de apresarlo y darle muerte, no pudieron hacerlo por temor a la reacción de la gente.
Sin embargo en cierto momento Jesús hizo algo que colmó la paciencia de los gobernantes, y les brindó la oportunidad para acabar con su vida: La expulsión de los vendedores del Templo de Jerusalén por parte de Jesús.
Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los escribas y los ancianos hicieron alianza entre ellos y con Judas para llevar a Jesús a la muerte en la cruz.
Con el pueblo y como el pueblo, reconocemos a Jesús como nuestro Rey, pero después de aclamarlo en el culto, nos comprometemos con nuestro Rey a vivir los valores de su Reinado y a luchar por la paz con justicia, mediante la denuncia profética de la injusticia, y la propuesta de soluciones para construir la paz desde lo pequeño.
Esta celebración nos exige una lucha contra el poder económico, político e incluso religioso cuando son generadores de injusticia y desigualdad, porque ese poder sigue crucificando a Jesús en las víctimas de la injusticia y la desigualdad
Frente a la represión que suele acompañar a los defensores de los Derechos humanos a los que luchan por la paz, con Jesús y como Jesús, busquemos en el compromiso (alianza) con el Padre y con la comunidad, la fuerza para continuar la causa de la paz con justicia.
Qué caminos proponemos? ¿Con qué personas o grupos vamos a hacer alianza para construir la paz con justicia que es la ley de nuestro Rey?
¿Dónde y con quién nos reuniremos para hacer una oración que fortalezca nuestra esperanza? Hagamos propuestas
Abril 01 2012
CCR
Nadie debate la centralidad del empoderamiento ciudadano para la transformación social. Este blog quiere aportar, desde la crítica social y la teología, su grano de arena en esta tarea inaplazable: crear ciudadanía.
31 de marzo de 2012
24 de marzo de 2012
En la lucha por la paz con justicia Con Jesús venzamos el miedo
En la lucha por la paz con justicia
Con Jesús venzamos el miedo
El esfuerzo por construir la paz con justicia significa enfrentamiento con los poderes que impulsan, legitiman o silencian la injusticia y la desigualdad que dan como fruto la violencia y la inseguridad pública.
Las víctimas de estos poderes tienen miedo pues se sienten sólos y desamparados, sin medios para enfrentar el grave peligro que entraña enfrentar el poder.
Hay necesidad de que los creyentes y la sociedad demos la cara por las víctimas, pero el miedo nos paraliza, nos encierra, nos vuelve individualistas y la obra de la paz con justicia camina muy lentamente. Evidentemente da miedo enfrentar el poder represivo.
El mismo Jesús vivió la experiencia del miedo:
Después de que devolvió la vida a Lázaro, el evangelio de Juan nos dice:
“Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación." (Juan 11,47-48). Desde este día, decidieron darle muerte. (Juan 11,53)
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle. Juan 11, 57.
Jesús está consciente del peligro que le acecha, seguramente ha meditado el libro de la Sabiduría: “Pongamos trampas al justo, que nos fastidia y se opone a nuestras acciones; nos echa en cara nuestros delitos y reprende nuestros pecados de juventud.
Presume de conocer a Dios y se presenta como hijo del Señor. Es un reproche contra nuestras convicciones y su sola aparición nos resulta insoportable, pues lleva una vida distinta a los demás y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa y nos evita como a apestados; celebra el destino de los justos y presume de que Dios es su padre.
Ya veremos si lleva razón, comprobando cuál es su desenlace: pues si el justo es hijo de Dios, él lo rescatará y lo librará del poder de sus adversarios.
Lo someteremos a humillaciones y torturas para conocer su temple y comprobar su entereza. Lo condenaremos a una muerte humillante, pues, según dice, Dios lo protegerá." (Sabiduría 2, 12-20).
Declara por ello que ha llegado la hora de su glorificación es decir de enfrentar la experiencia de la muerte, que le vendrá, según San Juan, del poder de los que enseñan la ley y de los que presiden el culto, que reprimen a quienes no están de acuerdo con ellos.
Ilustra la necesidad de su muerte comparándola con el grano de trigo que tiene que morir en la tierra para que surja una nueva planta que dé fruto en abundancia.
Aclara que aquellos que por miedo a arriesgar la vida, se apartan de la causa del Reino y del testimonio de la paz y de justicia, van a perder la vida verdadera.
Mientras que aquellos que entregan su vida por la causa del Reino dando un testimonio de paz y de justicia tendrán la vida plena
Declara también que tiene angustia-miedo al enfrentar esta situación, pero se declara totalmente dispuesto a correr el riesgo. El padre lo respalda brindándole su apoyo
Más aún invita a sus servidores a que lo sigan para que estén donde El va a estar.
La fiesta de María que hoy celebramos nos tiene que recordar que ella es la mujer, que venciendo su pequeñez, de campesina nazaretana, y acompañada de otras mujeres, se coloca al lado de Jesús, crucificado por luchar por la justicia y la paz y víctima del poder político y del poder religioso.
Con el apoyo que el Padre brinda a Jesús y a nosotros, unidos a todos los que buscan la paz con justicia, con objetivos claros y estrategias eficientes, sigamos la lucha por la paz con justicia.
Propongamos actividades, formas de organización, conozcamos otras organizaciones, apoyemos
CCR
Con Jesús venzamos el miedo
El esfuerzo por construir la paz con justicia significa enfrentamiento con los poderes que impulsan, legitiman o silencian la injusticia y la desigualdad que dan como fruto la violencia y la inseguridad pública.
Las víctimas de estos poderes tienen miedo pues se sienten sólos y desamparados, sin medios para enfrentar el grave peligro que entraña enfrentar el poder.
Hay necesidad de que los creyentes y la sociedad demos la cara por las víctimas, pero el miedo nos paraliza, nos encierra, nos vuelve individualistas y la obra de la paz con justicia camina muy lentamente. Evidentemente da miedo enfrentar el poder represivo.
El mismo Jesús vivió la experiencia del miedo:
Después de que devolvió la vida a Lázaro, el evangelio de Juan nos dice:
“Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación." (Juan 11,47-48). Desde este día, decidieron darle muerte. (Juan 11,53)
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle. Juan 11, 57.
Jesús está consciente del peligro que le acecha, seguramente ha meditado el libro de la Sabiduría: “Pongamos trampas al justo, que nos fastidia y se opone a nuestras acciones; nos echa en cara nuestros delitos y reprende nuestros pecados de juventud.
Presume de conocer a Dios y se presenta como hijo del Señor. Es un reproche contra nuestras convicciones y su sola aparición nos resulta insoportable, pues lleva una vida distinta a los demás y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa y nos evita como a apestados; celebra el destino de los justos y presume de que Dios es su padre.
Ya veremos si lleva razón, comprobando cuál es su desenlace: pues si el justo es hijo de Dios, él lo rescatará y lo librará del poder de sus adversarios.
Lo someteremos a humillaciones y torturas para conocer su temple y comprobar su entereza. Lo condenaremos a una muerte humillante, pues, según dice, Dios lo protegerá." (Sabiduría 2, 12-20).
Declara por ello que ha llegado la hora de su glorificación es decir de enfrentar la experiencia de la muerte, que le vendrá, según San Juan, del poder de los que enseñan la ley y de los que presiden el culto, que reprimen a quienes no están de acuerdo con ellos.
Ilustra la necesidad de su muerte comparándola con el grano de trigo que tiene que morir en la tierra para que surja una nueva planta que dé fruto en abundancia.
Aclara que aquellos que por miedo a arriesgar la vida, se apartan de la causa del Reino y del testimonio de la paz y de justicia, van a perder la vida verdadera.
Mientras que aquellos que entregan su vida por la causa del Reino dando un testimonio de paz y de justicia tendrán la vida plena
Declara también que tiene angustia-miedo al enfrentar esta situación, pero se declara totalmente dispuesto a correr el riesgo. El padre lo respalda brindándole su apoyo
Más aún invita a sus servidores a que lo sigan para que estén donde El va a estar.
La fiesta de María que hoy celebramos nos tiene que recordar que ella es la mujer, que venciendo su pequeñez, de campesina nazaretana, y acompañada de otras mujeres, se coloca al lado de Jesús, crucificado por luchar por la justicia y la paz y víctima del poder político y del poder religioso.
Con el apoyo que el Padre brinda a Jesús y a nosotros, unidos a todos los que buscan la paz con justicia, con objetivos claros y estrategias eficientes, sigamos la lucha por la paz con justicia.
Propongamos actividades, formas de organización, conozcamos otras organizaciones, apoyemos
CCR
Marzo 24: Las homilías de Monseñor Romero
La predicación de Monseñor Romero fue muy conocida pues fue difundida por la radio YSAX.
En las homilías de Monseñor Romero aparecen dos momentos importantes:
Una información clara de los acontecimientos de la semana leídos desde una clara opción por los pobres y
Una muy clara iluminación bíblica, analizando las lecturas del día
Lo primero que resalta en sus homilías es su postura a favor de las víctimas de la represión y su apoyo a la organización del pueblo: Campesinos, obreros estudiantes
Monseñor Romero hace un análisis muy lúcido de los acontecimientos de la semana, análisis que supone el apoyo de un equipo especializado en la materia y presentado con el toque personal de Monseñor
Realiza además un profundo estudio bíblico relacionándolo con los acontecimientos de la semana, indudablemente fruto de una profunda meditación de la Palabra y apoyada por un equipo de muy buenos biblistas.
Manifiesta también su valoración profunda de la persona humana y la defensa de su dignidad y de los derechos humanos
Para quienes tenemos que iluminar la vida del pueblo (Sacerdotes, Catequistas, Animadores de grupo ¡Qué bueno sería que, a ejemplo de Monseñor Romero, nos propusiéramos la tarea de estar al tanto de los acontecimientos leyéndolos desde la óptica de los pobres y los ilumináramos con un buen estudio de la Palabra e impulsáramos un trabajo en defensa de la dignidad de la persona, la defensa de los derechos humanos para la construcción de la paz con justicia!
En las homilías de Monseñor Romero aparecen dos momentos importantes:
Una información clara de los acontecimientos de la semana leídos desde una clara opción por los pobres y
Una muy clara iluminación bíblica, analizando las lecturas del día
Lo primero que resalta en sus homilías es su postura a favor de las víctimas de la represión y su apoyo a la organización del pueblo: Campesinos, obreros estudiantes
Monseñor Romero hace un análisis muy lúcido de los acontecimientos de la semana, análisis que supone el apoyo de un equipo especializado en la materia y presentado con el toque personal de Monseñor
Realiza además un profundo estudio bíblico relacionándolo con los acontecimientos de la semana, indudablemente fruto de una profunda meditación de la Palabra y apoyada por un equipo de muy buenos biblistas.
Manifiesta también su valoración profunda de la persona humana y la defensa de su dignidad y de los derechos humanos
Para quienes tenemos que iluminar la vida del pueblo (Sacerdotes, Catequistas, Animadores de grupo ¡Qué bueno sería que, a ejemplo de Monseñor Romero, nos propusiéramos la tarea de estar al tanto de los acontecimientos leyéndolos desde la óptica de los pobres y los ilumináramos con un buen estudio de la Palabra e impulsáramos un trabajo en defensa de la dignidad de la persona, la defensa de los derechos humanos para la construcción de la paz con justicia!
17 de marzo de 2012
Jesús Salvador de la muerte, del hambre y de la enfermedad
En el momento presente la vida humana se ve en grave peligro: Grandes zonas de África Oriental se enfrentan a la peor crisis alimentaria del mundo.
Se calcula que al menos 15 millones de personas se encuentran amenazadas por la inseguridad alimentaria, debido en parte a un descenso localizado -pero significativo- de la producción agropastoril.
Esta crisis se debe a una combinación de factores, incluyendo la sequía, el fuerte descenso en la producción de cereales y su elevado precio; la escasez de forraje para el ganado, la reducción de las remesas de los emigrantes en diversos países, la degradación medioambiental, el desplazamiento de la población y una pobreza crónica agravada por la crisis.
Algunas de las principales enfermedades que afectan actualmente a los países en todo el mundo incluyen el VIH/SIDA, malaria, gripe aviar y tuberculosis.
Estas situaciones son producto de la injusticia y desigualdad, engendradas por un sistema que privilegia a los eficientes, productivos y poderosos, mientras que excluye a los débiles y faltos de poder.
Las soluciones, por lo tanto, tienen que ir a la raíz del problema, tienen que ser soluciones estructurales y no meramente asistenciales, aunque temporalmente urgen acciones asistenciales
Frente a esto las instituciones religiosas, incluída la nuestra, dedican gran cantidad de esfuerzos a rendir honor a las grandes personalidades, a realizar un culto suntuoso y a incrementar el número de adeptos.
Poco o ningún esfuerzo estamos dedicando a liberar a los hermanos del grave problema del hambre y de la enfermedad.
El evangelio que leemos hoy, nos presenta un encuentro de Jesús con la institución judía representada por Nicodemo. Esta institución ofrecía a los creyentes la salvación por medio de la práctica de la circuncisión, del cumplimiento de las leyes de pureza y la observancia del sábado.
Jesús le hace ver a Nicodemo que es Dios quien salva y no las instituciones, y que la salvación es fruto del amor de Dios por la humanidad, y que la salvación que Dios ofrece tiene como finalidad que la humanidad tenga vida sin fin.
Con esto, Jesús se declara en contra de todo lo que oprime a la persona y todo lo que conduce a la muerte: el hambre, las enfermedades, la exclusión, la falta de servicios primarios, la contaminación de la atmósfera etc.
Los creyentes tenemos que dar una respuesta a la oferta de vida que Dios nos hace: Tenemos que aceptar a Jesús El enviado del Padre, como el camino a seguir, tenemos que aceptar su palabra como fuente de esperanza y como norma de vida y su proyecto del Reino como nuestra práctica y nuestro estilo de vida.
Fundamentalmente tenemos que cambiar nuestra imagen de Dios, tenemos que dejar de ver a Dios como el que exige la observancia de leyes y costumbres tenemos que ver a Dios como el Padre que ama a todos y ofrece a todos abundancia de vida, tenemos que ver a Dios como el que quiere que nosotros, con Jesús, luchemos contra todo lo que impulsa u ocasiona muerte
Necesitamos profundizar en nuestra manera de entender y practicar la salvación de Dios, tenemos que entenderla y practicarla como un esfuerzo para que haya vida.
Tenemos que luchar contra todo lo que pone en peligro la vida de la humanidad: la vida de las personas, la vida de los animales, la vida de las plantas, la vida de la naturaleza toda, el agua, el aire, en fin todo lo que Dios creó
A pesar de todo hay esperanza, hay organizaciones que luchan contra el hambre y la enfermedad descubriendo y atacando sus causas: OXFAM http://www.oxfam.org/es, y Comercio justo http://www.comerciojusto.com.mx/ luchan contra el hambre y Médicos sin frontera contra la enfermedad http://www.msf.es/
A nivel más casero, más propio de nuestros barrios, tenemos que ser solidarios. Podemos organizarnos para que nadie en nuestra cuadra pase hambre, ningún enfermo o anciano este sin compañía.
¿Qué otras cosas se nos ocurren para hacer realidad el deseo de Dios de liberar al mundo de todo lo que lo está matando y para ofrecer a todos una vida sin fin?
Se calcula que al menos 15 millones de personas se encuentran amenazadas por la inseguridad alimentaria, debido en parte a un descenso localizado -pero significativo- de la producción agropastoril.
Esta crisis se debe a una combinación de factores, incluyendo la sequía, el fuerte descenso en la producción de cereales y su elevado precio; la escasez de forraje para el ganado, la reducción de las remesas de los emigrantes en diversos países, la degradación medioambiental, el desplazamiento de la población y una pobreza crónica agravada por la crisis.
Algunas de las principales enfermedades que afectan actualmente a los países en todo el mundo incluyen el VIH/SIDA, malaria, gripe aviar y tuberculosis.
Estas situaciones son producto de la injusticia y desigualdad, engendradas por un sistema que privilegia a los eficientes, productivos y poderosos, mientras que excluye a los débiles y faltos de poder.
Las soluciones, por lo tanto, tienen que ir a la raíz del problema, tienen que ser soluciones estructurales y no meramente asistenciales, aunque temporalmente urgen acciones asistenciales
Frente a esto las instituciones religiosas, incluída la nuestra, dedican gran cantidad de esfuerzos a rendir honor a las grandes personalidades, a realizar un culto suntuoso y a incrementar el número de adeptos.
Poco o ningún esfuerzo estamos dedicando a liberar a los hermanos del grave problema del hambre y de la enfermedad.
El evangelio que leemos hoy, nos presenta un encuentro de Jesús con la institución judía representada por Nicodemo. Esta institución ofrecía a los creyentes la salvación por medio de la práctica de la circuncisión, del cumplimiento de las leyes de pureza y la observancia del sábado.
Jesús le hace ver a Nicodemo que es Dios quien salva y no las instituciones, y que la salvación es fruto del amor de Dios por la humanidad, y que la salvación que Dios ofrece tiene como finalidad que la humanidad tenga vida sin fin.
Con esto, Jesús se declara en contra de todo lo que oprime a la persona y todo lo que conduce a la muerte: el hambre, las enfermedades, la exclusión, la falta de servicios primarios, la contaminación de la atmósfera etc.
Los creyentes tenemos que dar una respuesta a la oferta de vida que Dios nos hace: Tenemos que aceptar a Jesús El enviado del Padre, como el camino a seguir, tenemos que aceptar su palabra como fuente de esperanza y como norma de vida y su proyecto del Reino como nuestra práctica y nuestro estilo de vida.
Fundamentalmente tenemos que cambiar nuestra imagen de Dios, tenemos que dejar de ver a Dios como el que exige la observancia de leyes y costumbres tenemos que ver a Dios como el Padre que ama a todos y ofrece a todos abundancia de vida, tenemos que ver a Dios como el que quiere que nosotros, con Jesús, luchemos contra todo lo que impulsa u ocasiona muerte
Necesitamos profundizar en nuestra manera de entender y practicar la salvación de Dios, tenemos que entenderla y practicarla como un esfuerzo para que haya vida.
Tenemos que luchar contra todo lo que pone en peligro la vida de la humanidad: la vida de las personas, la vida de los animales, la vida de las plantas, la vida de la naturaleza toda, el agua, el aire, en fin todo lo que Dios creó
A pesar de todo hay esperanza, hay organizaciones que luchan contra el hambre y la enfermedad descubriendo y atacando sus causas: OXFAM http://www.oxfam.org/es, y Comercio justo http://www.comerciojusto.com.mx/ luchan contra el hambre y Médicos sin frontera contra la enfermedad http://www.msf.es/
A nivel más casero, más propio de nuestros barrios, tenemos que ser solidarios. Podemos organizarnos para que nadie en nuestra cuadra pase hambre, ningún enfermo o anciano este sin compañía.
¿Qué otras cosas se nos ocurren para hacer realidad el deseo de Dios de liberar al mundo de todo lo que lo está matando y para ofrecer a todos una vida sin fin?
8 de marzo de 2012
Día internacional de la mujer
Este 8 de marzo, nosotras, las mujeres de la Marcha Mundial de las Mujeres, seguimos marchando, resistiendo, y construyendo un mundo para nosotras, los otros, los pueblos, los seres vivientes y la naturaleza. Estas acciones continúan enfrentándose a los embates del paradigma mortal del capitalismo con sus falsas salidas a las crisis y de una ideología fundamentalista conservadora.
Vivenciamos un crisis del sistema capitalista, racista y patriarcal que, para sostenerse, impone brutales “medidas de austeridad” que obligan a nosotras, los pueblos, a pagar por una crisis que no hemos provocado: son recortes presupuestarios de todos los servicios sociales, disminución de salarios y de pensiones, estimulo a guerras y avance de la mercantilización de todas las esferas de la vida. Nosotras las mujeres pagamos el precio más alto: somos las primeras que seremos despedidas y que, además de las tareas domésticas más habituales, somos obligadas a asumir las funciones antes cubiertas por los servicios sociales. Tales medidas cargan el peso de la ideología patriarcal, capitalista y racista y son expresión de políticas de incentivo para que volvamos a la casa, que estimulan además el avance de la prostitución y la venta de las mujeres, el aumento de la violencia contra nosotras, el trafico y las migraciones.
Denunciamos la continua imposición de acuerdos de libre comercio, que intentan transformar los bienes comunes como la salud, la educación y el agua en mercancías, y generar un mercado de explotación de la mano de obra barata en los países del sur. Rechazamos la cultura del consumo que va empobreciendo más las comunidades, generando dependencia y exterminando las producciones locales.
Nos solidarizamos con las mujeres en lucha en Europa, especialmente en Grecia pero también en Portugal, Galicia, Estado Español, Italia y Macedonia, que se están organizando para resistir la ofensiva neoliberal y retrógrada promovida por las instituciones financieras y políticas, y sus propios gobiernos, a servicio de intereses de las corporaciones transnacionales. Nos solidarizamos también con todas las mujeres del sur que enfrentan hambrunas, empobrecimientos, esclavitud laboral y violencia pero que siguen construyendo su resistencia.
Denunciamos el avance de la militarización en todo el mundo como estrategia de control de nuestros cuerpos, vidas, movimientos y territorios y garantía para la neocolonización, el nuevo saqueo y apropiación del capital sobre los recursos naturales y la manutención del enriquecimiento de la industria armamentista en frente a la crisis. Constatamos con temor la amenaza de retorno de lo militarismo y del autoritarismo como valores en la sociedad en distintos países alrededor del mundo, como en: el Medio Oriente, en Tunicia, Libia y Egipto, donde las mujeres y los pueblos continúan a luchar contra todo tipo de dictadura fundamentalista y por verdadera democracia; en Palestina donde las mujeres luchan contra el colonialismo y el sionismo en diversos países Africanos – como en Senegal donde el gobierno se utiliza de la fuerza del ejercito por intereses electorales, o en Mali donde grupos armados aterrorizan la populación civil en su lucha por controle da la región norte; en Honduras, México, Guatemala y Colombia donde hay procesos de re-militarización; y en diversos países en Asia-Oceanía donde refuerzan la presencia de las tropas militares de Estados Unidos.
Nos solidarizamos con las mujeres y los pueblos en resistencia y lucha en todos los territorios que están en guerra, bajo control militar y en riesgo de serlo, o viviendo los impactos nefastos de una presencia militar extranjera. A pesar de ello, nosotras las mujeres continuamos defendiendo nuestro territorio, cuerpo y tierra de la explotación de los ejércitos regulares e irregulares, estatales y privados.
Denunciamos la estrategia concertada de los medios de comunicación globalizados que busca revitalizar los dogmas y valores conservadores y que ponen en riesgo los logros o avances de las mujeres en el mundo. Se cierran espacios de participación, se criminaliza la protesta, y se cercea el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Nuestra autodeterminación reproductiva está amenazada donde la hemos conquistado, como, por ejemplo, en diversos países de Europa (como en Portugal y España) y de Norte América donde el aborto es legalizado, pero donde este derecho es atacado en la práctica por cortes de los presupuestos públicos que tienen como blanco los hospitales y los servicios de interrupción del embarazo. En muchos otros países, como en América Latina y varios países de Asia-Oceanía, las mujeres que abortan siguen siendo criminalizadas, como en Brasil, Japón y Vanuatu. En México se legaliza el aborto en el Distrito Federal y se criminaliza en el resto del país. En Honduras, la píldora contraceptiva de emergencia ha sido prohibida. En Nicaragua, el aborto mismo en situaciones de riesgo de vida para la madre o de violación se convierte en un delito a través de una Reforma Constitucional. Rusia sigue su ejemplo con la mujer del presidente al frente de campañas para prohibir el aborto en cualquier situación. Grupos auto-intitulados “pro-vida” defienden en realidad la muerte de las mujeres, nos insultan y a las profesionales de salud en Norte América, presionan en parlamento para rever la ley en Sudáfrica e impiden cualquier discusión en Pakistán.
Nos solidarizamos con todas las mujeres que continúan luchando y enfrentando los embates de la policía, los servidores públicos y de la justicia injusta, así como a las que enfrentan la violencia en su contra.
Frente a estas situaciones, estamos en las calles, tenemos alternativas y las estamos viviendo. Reiteramos que seguiremos fortaleciéndonos desde nuestros cuerpos y territorios en resistencia y defensa de los mismos, profundizando nuestros sueños de transformaciones estructurales en nuestras vidas y ¡marchando hasta que todas seamos libres!
Llamamos a la articulación de nuestros movimientos y a las alianzas con los otros movimientos, pues solo así construiremos un mundo en libertad.
En el Mundo, 8 de marzo de 2012
Adital
[Enviado por Minga Informativa de Movimientos Sociales - http://movimientos.org/].
Publicado por CCr
Vivenciamos un crisis del sistema capitalista, racista y patriarcal que, para sostenerse, impone brutales “medidas de austeridad” que obligan a nosotras, los pueblos, a pagar por una crisis que no hemos provocado: son recortes presupuestarios de todos los servicios sociales, disminución de salarios y de pensiones, estimulo a guerras y avance de la mercantilización de todas las esferas de la vida. Nosotras las mujeres pagamos el precio más alto: somos las primeras que seremos despedidas y que, además de las tareas domésticas más habituales, somos obligadas a asumir las funciones antes cubiertas por los servicios sociales. Tales medidas cargan el peso de la ideología patriarcal, capitalista y racista y son expresión de políticas de incentivo para que volvamos a la casa, que estimulan además el avance de la prostitución y la venta de las mujeres, el aumento de la violencia contra nosotras, el trafico y las migraciones.
Denunciamos la continua imposición de acuerdos de libre comercio, que intentan transformar los bienes comunes como la salud, la educación y el agua en mercancías, y generar un mercado de explotación de la mano de obra barata en los países del sur. Rechazamos la cultura del consumo que va empobreciendo más las comunidades, generando dependencia y exterminando las producciones locales.
Nos solidarizamos con las mujeres en lucha en Europa, especialmente en Grecia pero también en Portugal, Galicia, Estado Español, Italia y Macedonia, que se están organizando para resistir la ofensiva neoliberal y retrógrada promovida por las instituciones financieras y políticas, y sus propios gobiernos, a servicio de intereses de las corporaciones transnacionales. Nos solidarizamos también con todas las mujeres del sur que enfrentan hambrunas, empobrecimientos, esclavitud laboral y violencia pero que siguen construyendo su resistencia.
Denunciamos el avance de la militarización en todo el mundo como estrategia de control de nuestros cuerpos, vidas, movimientos y territorios y garantía para la neocolonización, el nuevo saqueo y apropiación del capital sobre los recursos naturales y la manutención del enriquecimiento de la industria armamentista en frente a la crisis. Constatamos con temor la amenaza de retorno de lo militarismo y del autoritarismo como valores en la sociedad en distintos países alrededor del mundo, como en: el Medio Oriente, en Tunicia, Libia y Egipto, donde las mujeres y los pueblos continúan a luchar contra todo tipo de dictadura fundamentalista y por verdadera democracia; en Palestina donde las mujeres luchan contra el colonialismo y el sionismo en diversos países Africanos – como en Senegal donde el gobierno se utiliza de la fuerza del ejercito por intereses electorales, o en Mali donde grupos armados aterrorizan la populación civil en su lucha por controle da la región norte; en Honduras, México, Guatemala y Colombia donde hay procesos de re-militarización; y en diversos países en Asia-Oceanía donde refuerzan la presencia de las tropas militares de Estados Unidos.
Nos solidarizamos con las mujeres y los pueblos en resistencia y lucha en todos los territorios que están en guerra, bajo control militar y en riesgo de serlo, o viviendo los impactos nefastos de una presencia militar extranjera. A pesar de ello, nosotras las mujeres continuamos defendiendo nuestro territorio, cuerpo y tierra de la explotación de los ejércitos regulares e irregulares, estatales y privados.
Denunciamos la estrategia concertada de los medios de comunicación globalizados que busca revitalizar los dogmas y valores conservadores y que ponen en riesgo los logros o avances de las mujeres en el mundo. Se cierran espacios de participación, se criminaliza la protesta, y se cercea el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Nuestra autodeterminación reproductiva está amenazada donde la hemos conquistado, como, por ejemplo, en diversos países de Europa (como en Portugal y España) y de Norte América donde el aborto es legalizado, pero donde este derecho es atacado en la práctica por cortes de los presupuestos públicos que tienen como blanco los hospitales y los servicios de interrupción del embarazo. En muchos otros países, como en América Latina y varios países de Asia-Oceanía, las mujeres que abortan siguen siendo criminalizadas, como en Brasil, Japón y Vanuatu. En México se legaliza el aborto en el Distrito Federal y se criminaliza en el resto del país. En Honduras, la píldora contraceptiva de emergencia ha sido prohibida. En Nicaragua, el aborto mismo en situaciones de riesgo de vida para la madre o de violación se convierte en un delito a través de una Reforma Constitucional. Rusia sigue su ejemplo con la mujer del presidente al frente de campañas para prohibir el aborto en cualquier situación. Grupos auto-intitulados “pro-vida” defienden en realidad la muerte de las mujeres, nos insultan y a las profesionales de salud en Norte América, presionan en parlamento para rever la ley en Sudáfrica e impiden cualquier discusión en Pakistán.
Nos solidarizamos con todas las mujeres que continúan luchando y enfrentando los embates de la policía, los servidores públicos y de la justicia injusta, así como a las que enfrentan la violencia en su contra.
Frente a estas situaciones, estamos en las calles, tenemos alternativas y las estamos viviendo. Reiteramos que seguiremos fortaleciéndonos desde nuestros cuerpos y territorios en resistencia y defensa de los mismos, profundizando nuestros sueños de transformaciones estructurales en nuestras vidas y ¡marchando hasta que todas seamos libres!
Llamamos a la articulación de nuestros movimientos y a las alianzas con los otros movimientos, pues solo así construiremos un mundo en libertad.
En el Mundo, 8 de marzo de 2012
Adital
[Enviado por Minga Informativa de Movimientos Sociales - http://movimientos.org/].
Publicado por CCr
5 de marzo de 2012
Una reforma de la Iglesia todavía pendiente
Juan A. Estrada
Diario de Cádiz
EN octubre de este año se cumple el cincuenta aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II. No faltarán conmemoraciones y estudios que analicen el acontecimiento mas importante de la Iglesia católica en el siglo XX. Sin embargo, a la luz de la actual situación del catolicismo, ya se puede hablar de un fracaso y de una oportunidad histórica malograda.
La situación de la Iglesia hoy es tan crítica o más que hace 50 años y la evangelización que buscaba el Jubileo del 2000 pasa por una reforma de la Iglesia, que se quedó a mitad de camino. Ya se habla de un Concilio Vaticano III, cuando todavía no se ha realizado el programa del Vaticano II.
El Concilio fue una decisión del papa Juan XXIII y contó con la oposición mayoritaria de la curia romana. El Papa quería la Iglesia se pusiera al día, de ahí el eslogan del aggiornamento. Las estructuras institucionales, las formas de gobierno, las doctrinas, los sacramentos y la pastoral necesitaban una renovación en profundidad.
El Concilio no tuvo miedo de hablar de “reforma” (la Iglesia, llamada a una reforma permanente, que necesita continuamente como institución humana: UR 6), emprendida por la Iglesia misma y no como reacción a la protestante. Esa reforma pasaba por la de la curia romana y la del gobierno de la Iglesia. El Concilio fue la primera experiencia de globalización de cerca de tres mil obispos reunidos en Roma. Las llamadas a cambiar la estructura central de la Iglesia fueron abrumadoras, en contra del centralismo romano, de la escasa autonomía de sus iglesias, del aislamiento de cada obispo al tratar directamente con las congregaciones romanas y de la necesidad de adaptarlas al siglo XX.
Pablo VI recogió algunas demandas, procedió a internacionalizar la curia y a disminuir el peso de italianos y europeos; a poner un límite de edad a los obispos y a los cardenales electores; y a instaurar un sínodo episcopal que se reuniría regularmente y que sería autónomo de la curia romana. A estas iniciativas se opuso un sector importante de las congregaciones romanas, así como la minoría conciliar que se convirtió en mayoritaria durante el pontificado de Juan Pablo II. Las propuestas del Concilio quedaron a mitad de camino y se frustraron porque los encargados de llevarlas a cabo fueron muchos de los que se opusieron a las iniciativas conciliares.
Cincuenta años después, la necesidad de una reforma de la curia, de las congregaciones y del gobierno pontificio permanecen. Ha fallado la ansiada transformación de las estructuras y modo de gobierno, y se amontonan los escándalos, los problemas y el desconcierto de los católicos. Primero fue el escándalo de la pederastia: no sólo los miles de casos que aparecieron, sino el silencio continuado y la protección de los causantes, a costa de las víctimas.
Ahora el panorama se complica y se publican cartas de nuncios que hablan de corrupción y de abusos económicos, de los cuales ha habido otros casos en los últimos decenios. Y se añaden ataques contra el secretario de Estado; anuncios de un supuesto plan para acabar con el papa, que vuelve a recordar a Juan Pablo I; filtraciones de documentos secretos por prelados; enfrentamientos y luchas de poder. L’Osservatore Romano se refierió al papa como el pastor entre los lobos.
Algo huele a podrido en la cúpula de la Iglesia. El poder corrompe a las personas en las instituciones, y las religiosas no se escapan. La necesaria reforma de hace 50 años sigue pendiente y es más necesaria que nunca. Incluso la internacionalización parece frenada y el reciente cónclave de cardenales es marcadamente europeo e italiano (casi la mitad de los cardenales electores pertenecen a la curia romana y África e Hispanoamérica han sido omitidas). Demográficamente, el peso del catolicismo está en América, pero son europeos los que presiden el gobierno de la Iglesia. A esto se añade un proceso en marcha que busca minimalizar el Concilio, maximalizar la continuidad con el Vaticano I y silenciar lo que tuvo de ruptura y de discontinuidad.
El mismo Ratzinger habló del Vaticano II como un contra-Syllabus, es decir, como una corrección del rumbo antimodernista que tuvo el siglo XIX. Esto es lo que rechazaron los más conservadoresy lo que se impulsa hoy en algunos círculos eclesiales que ven a la sociedad como una amenaza y tienen nostalgia del modelo de Iglesia y de teología que existía antes. Juan XXIII los llamó “profetas de calamidades”, porque sólo ven errores y cosas negativas en la evolución histórica.
El fracaso se muestra en que el Vaticano II es un Concilio ignorado por los jóvenes y muy olvidado por los mayores. Sin embargo, la reforma de la Iglesia, de la curia romana y de la forma de gobierno papal es más necesaria que nunca, como ya advirtió Pablo VI, que buscaba otra forma de ejercer el primado. La involución del post-concilio paró el dinamismo reformador de éste y ahora es difícil dar otro impulso a la renovación. La figura estelar de Juan Pablo II tapó los problemas que se amontonaban, pero los papas pasan y la curia permanece.
El gobierno de la Iglesia necesita instituciones, pero las que hay pertenecen más a la época de la monarquía papal que al siglo XXI. La sociedad civil ha avanzado rápidamente los últimos decenios, pero la Iglesia católica se ha vuelto estática y alérgica a los cambios. Hay cada vez más distancia entre la sensibilidad mayoritaria de los ciudadanos y la que prevalece en la jerarquía eclesiástica. Los intentos de la colegialidad, de potenciar las conferencias episcopales nacionales, de otros procedimientos en el nombramiento de obispos y de la promover a los seglares en una iglesia clerical han fracasado en buena parte.
El problema es que si la Iglesia no se renueva en profundidad, puede surgir algo peor que en el siglo XVI, la deserción masiva de muchos católicos que encuentran en la Iglesia un obstáculo más que una ayuda para su fe y compromiso cristiano.
Publicó CCR
Diario de Cádiz
EN octubre de este año se cumple el cincuenta aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II. No faltarán conmemoraciones y estudios que analicen el acontecimiento mas importante de la Iglesia católica en el siglo XX. Sin embargo, a la luz de la actual situación del catolicismo, ya se puede hablar de un fracaso y de una oportunidad histórica malograda.
La situación de la Iglesia hoy es tan crítica o más que hace 50 años y la evangelización que buscaba el Jubileo del 2000 pasa por una reforma de la Iglesia, que se quedó a mitad de camino. Ya se habla de un Concilio Vaticano III, cuando todavía no se ha realizado el programa del Vaticano II.
El Concilio fue una decisión del papa Juan XXIII y contó con la oposición mayoritaria de la curia romana. El Papa quería la Iglesia se pusiera al día, de ahí el eslogan del aggiornamento. Las estructuras institucionales, las formas de gobierno, las doctrinas, los sacramentos y la pastoral necesitaban una renovación en profundidad.
El Concilio no tuvo miedo de hablar de “reforma” (la Iglesia, llamada a una reforma permanente, que necesita continuamente como institución humana: UR 6), emprendida por la Iglesia misma y no como reacción a la protestante. Esa reforma pasaba por la de la curia romana y la del gobierno de la Iglesia. El Concilio fue la primera experiencia de globalización de cerca de tres mil obispos reunidos en Roma. Las llamadas a cambiar la estructura central de la Iglesia fueron abrumadoras, en contra del centralismo romano, de la escasa autonomía de sus iglesias, del aislamiento de cada obispo al tratar directamente con las congregaciones romanas y de la necesidad de adaptarlas al siglo XX.
Pablo VI recogió algunas demandas, procedió a internacionalizar la curia y a disminuir el peso de italianos y europeos; a poner un límite de edad a los obispos y a los cardenales electores; y a instaurar un sínodo episcopal que se reuniría regularmente y que sería autónomo de la curia romana. A estas iniciativas se opuso un sector importante de las congregaciones romanas, así como la minoría conciliar que se convirtió en mayoritaria durante el pontificado de Juan Pablo II. Las propuestas del Concilio quedaron a mitad de camino y se frustraron porque los encargados de llevarlas a cabo fueron muchos de los que se opusieron a las iniciativas conciliares.
Cincuenta años después, la necesidad de una reforma de la curia, de las congregaciones y del gobierno pontificio permanecen. Ha fallado la ansiada transformación de las estructuras y modo de gobierno, y se amontonan los escándalos, los problemas y el desconcierto de los católicos. Primero fue el escándalo de la pederastia: no sólo los miles de casos que aparecieron, sino el silencio continuado y la protección de los causantes, a costa de las víctimas.
Ahora el panorama se complica y se publican cartas de nuncios que hablan de corrupción y de abusos económicos, de los cuales ha habido otros casos en los últimos decenios. Y se añaden ataques contra el secretario de Estado; anuncios de un supuesto plan para acabar con el papa, que vuelve a recordar a Juan Pablo I; filtraciones de documentos secretos por prelados; enfrentamientos y luchas de poder. L’Osservatore Romano se refierió al papa como el pastor entre los lobos.
Algo huele a podrido en la cúpula de la Iglesia. El poder corrompe a las personas en las instituciones, y las religiosas no se escapan. La necesaria reforma de hace 50 años sigue pendiente y es más necesaria que nunca. Incluso la internacionalización parece frenada y el reciente cónclave de cardenales es marcadamente europeo e italiano (casi la mitad de los cardenales electores pertenecen a la curia romana y África e Hispanoamérica han sido omitidas). Demográficamente, el peso del catolicismo está en América, pero son europeos los que presiden el gobierno de la Iglesia. A esto se añade un proceso en marcha que busca minimalizar el Concilio, maximalizar la continuidad con el Vaticano I y silenciar lo que tuvo de ruptura y de discontinuidad.
El mismo Ratzinger habló del Vaticano II como un contra-Syllabus, es decir, como una corrección del rumbo antimodernista que tuvo el siglo XIX. Esto es lo que rechazaron los más conservadoresy lo que se impulsa hoy en algunos círculos eclesiales que ven a la sociedad como una amenaza y tienen nostalgia del modelo de Iglesia y de teología que existía antes. Juan XXIII los llamó “profetas de calamidades”, porque sólo ven errores y cosas negativas en la evolución histórica.
El fracaso se muestra en que el Vaticano II es un Concilio ignorado por los jóvenes y muy olvidado por los mayores. Sin embargo, la reforma de la Iglesia, de la curia romana y de la forma de gobierno papal es más necesaria que nunca, como ya advirtió Pablo VI, que buscaba otra forma de ejercer el primado. La involución del post-concilio paró el dinamismo reformador de éste y ahora es difícil dar otro impulso a la renovación. La figura estelar de Juan Pablo II tapó los problemas que se amontonaban, pero los papas pasan y la curia permanece.
El gobierno de la Iglesia necesita instituciones, pero las que hay pertenecen más a la época de la monarquía papal que al siglo XXI. La sociedad civil ha avanzado rápidamente los últimos decenios, pero la Iglesia católica se ha vuelto estática y alérgica a los cambios. Hay cada vez más distancia entre la sensibilidad mayoritaria de los ciudadanos y la que prevalece en la jerarquía eclesiástica. Los intentos de la colegialidad, de potenciar las conferencias episcopales nacionales, de otros procedimientos en el nombramiento de obispos y de la promover a los seglares en una iglesia clerical han fracasado en buena parte.
El problema es que si la Iglesia no se renueva en profundidad, puede surgir algo peor que en el siglo XVI, la deserción masiva de muchos católicos que encuentran en la Iglesia un obstáculo más que una ayuda para su fe y compromiso cristiano.
Publicó CCR
3 de marzo de 2012
Cuaresma: Tiempo de evaluar y de fortalecer la esperanza
Cuaresma: tiempo de evaluar y fortalecer la Esperanza
El trabajo por la paz con justicia, signo del Reino de Dios, trabajo por un mundo mejor, un mundo de justicia, un mundo de solidaridad, un mundo que ofrezca vida digna para todos, implica enfrentar el poder económico, el poder político y aún el poder religioso, pues estos son casi siempre los que cometen injusticias y oprimen al pueblo.
La reacción ordinaria de estos poderes es malinterpretar el proyecto de paz, el crear desconfianza hacia los que luchan por la paz con justicia, criticar y aún agredir a los que trabajan por la paz con justicia, todo lo cual propicia el desaliento y la sensación de fracaso.
Hace falta reflexionar y evaluar lo que estamos haciendo, para mantener el rumbo correcto, hace falta revisar los caminos que estamos emprendiendo, así como las acciones que estamos realizando. Hace falta revisar los motivos por los que estamos luchando
Jesús inició su ministerio atrayendo a mucha gente que descubría en su vida y en su palabra la Buena Noticia del Padre, por ello lo seguía mucha gente; pero, la compasión de Jesús por el pueblo, lo impulsó a realizar obras que iban en contra de lo que el sistema religioso judío permitía.
El sistema judío no permitía, tocar a un leproso, prohibía realizar muchas cosas en sábado, ordenaba muchas purificaciones que la gente no podía realizar por la falta de agua. Jesús, preocupado más por la vida, que por las enseñanzas del sistema, puso las manos sobre un leproso, curó en sábado y no exigió a sus discípulos que observaran algunas leyes de pureza.
Todo esto molestó a los maestros de la religión judía, representantes oficiales de la misma, que lanzaron críticas y habladurías contra el Maestro de Nazaret, provocando que el pueblo se retirara de Jesús y los discípulos, se desanimaran y se sintieran como fracasados.
Por otra parte, viendo Jesús, cómo va creciendo el ambiente en su contra, toma conciencia de que El, como algunos profetas, será llevado a la muerte por el poder en turno: Anuncia a los discípulos su Muerte y Resurrección, lo que aumenta el pánico y desilusión sobre todo de los más cercanos.
Para Jesús se impone reflexionar, evaluar ante Dios el camino, para avanzar con mayor seguridad; por ello Jesús los invita a la montaña, el lugar de encuentro con Dios, para profundizar juntos, comunitariamente, el proyecto del Reino, y hacerlo a la luz de los Profetas (Elías) y de la Ley (Moisés).
El encuentro es muy emotivo: los discípulos ven a Jesús con ojos nuevos: El Padre confirma a Jesús como el Hijo amado y esto lo motiva a continuar con su misión.
Sin embargo Pedro preferiría quedarse en el encuentro con Dios, pero Jesús le dice que hay que bajar para proseguir el camino.
Con esta experiencia de encuentro con el Padre ellos tienen más claridad sobre el proyecto de Jesús y su esperanza los hará capaces de vencer el miedo, las desconfianzas, las críticas y el temor al fracaso. Aunque tendrán que vencer la tentación del miedo y la desilusión
Ante la situación de violencia y de inseguridad pública, muchos de nosotros nos hemos quedado paralizados, hemos dejado de luchar por la paz con justicia. El miedo, la desconfianza, la crítica y el fracaso nos mantienen encerrados y voluntariamente aislados.
Es tiempo de romper lo que nos paraliza, es tiempo de vencer el miedo y la desconfianza, es tiempo de volver a la solidaridad. Es tiempo de volvernos a encontrar, y encontrarnos nuevamente con el proyecto de Jesús: El Reino de Dios. Es tiempo de escuchar la Palabra del Hijo amado del Padre. Es tiempo de fortalecer la esperanza.
¿Dónde, cómo, cuándo, con quienes nos reuniremos para ver con más claridad el proyecto del Reino y fortalecer nuestra esperanza
El trabajo por la paz con justicia, signo del Reino de Dios, trabajo por un mundo mejor, un mundo de justicia, un mundo de solidaridad, un mundo que ofrezca vida digna para todos, implica enfrentar el poder económico, el poder político y aún el poder religioso, pues estos son casi siempre los que cometen injusticias y oprimen al pueblo.
La reacción ordinaria de estos poderes es malinterpretar el proyecto de paz, el crear desconfianza hacia los que luchan por la paz con justicia, criticar y aún agredir a los que trabajan por la paz con justicia, todo lo cual propicia el desaliento y la sensación de fracaso.
Hace falta reflexionar y evaluar lo que estamos haciendo, para mantener el rumbo correcto, hace falta revisar los caminos que estamos emprendiendo, así como las acciones que estamos realizando. Hace falta revisar los motivos por los que estamos luchando
Jesús inició su ministerio atrayendo a mucha gente que descubría en su vida y en su palabra la Buena Noticia del Padre, por ello lo seguía mucha gente; pero, la compasión de Jesús por el pueblo, lo impulsó a realizar obras que iban en contra de lo que el sistema religioso judío permitía.
El sistema judío no permitía, tocar a un leproso, prohibía realizar muchas cosas en sábado, ordenaba muchas purificaciones que la gente no podía realizar por la falta de agua. Jesús, preocupado más por la vida, que por las enseñanzas del sistema, puso las manos sobre un leproso, curó en sábado y no exigió a sus discípulos que observaran algunas leyes de pureza.
Todo esto molestó a los maestros de la religión judía, representantes oficiales de la misma, que lanzaron críticas y habladurías contra el Maestro de Nazaret, provocando que el pueblo se retirara de Jesús y los discípulos, se desanimaran y se sintieran como fracasados.
Por otra parte, viendo Jesús, cómo va creciendo el ambiente en su contra, toma conciencia de que El, como algunos profetas, será llevado a la muerte por el poder en turno: Anuncia a los discípulos su Muerte y Resurrección, lo que aumenta el pánico y desilusión sobre todo de los más cercanos.
Para Jesús se impone reflexionar, evaluar ante Dios el camino, para avanzar con mayor seguridad; por ello Jesús los invita a la montaña, el lugar de encuentro con Dios, para profundizar juntos, comunitariamente, el proyecto del Reino, y hacerlo a la luz de los Profetas (Elías) y de la Ley (Moisés).
El encuentro es muy emotivo: los discípulos ven a Jesús con ojos nuevos: El Padre confirma a Jesús como el Hijo amado y esto lo motiva a continuar con su misión.
Sin embargo Pedro preferiría quedarse en el encuentro con Dios, pero Jesús le dice que hay que bajar para proseguir el camino.
Con esta experiencia de encuentro con el Padre ellos tienen más claridad sobre el proyecto de Jesús y su esperanza los hará capaces de vencer el miedo, las desconfianzas, las críticas y el temor al fracaso. Aunque tendrán que vencer la tentación del miedo y la desilusión
Ante la situación de violencia y de inseguridad pública, muchos de nosotros nos hemos quedado paralizados, hemos dejado de luchar por la paz con justicia. El miedo, la desconfianza, la crítica y el fracaso nos mantienen encerrados y voluntariamente aislados.
Es tiempo de romper lo que nos paraliza, es tiempo de vencer el miedo y la desconfianza, es tiempo de volver a la solidaridad. Es tiempo de volvernos a encontrar, y encontrarnos nuevamente con el proyecto de Jesús: El Reino de Dios. Es tiempo de escuchar la Palabra del Hijo amado del Padre. Es tiempo de fortalecer la esperanza.
¿Dónde, cómo, cuándo, con quienes nos reuniremos para ver con más claridad el proyecto del Reino y fortalecer nuestra esperanza
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