Dénles ustedes de comer
Según
datos de la ONU en nuestro mundo 842 millones de personas no tienen lo suficiente para comer. La gran
mayoría de personas con hambre (827
millones) vive en países en vías de desarrollo, en donde el 14,3 por
ciento de la población está desnutrida.
Del total de personas con
hambre en el mundo, alrededor de 552
millones viven en Asia y Oceanía
Las
mujeres constituyen un poco más de la
mitad de la población mundial, pero representan más del 60% de las personas con hambre en el mundo.
La desnutrición contribuye con
la muerte de 2,6 millones de
niños menores de 5 años, un tercio del total global.
Cabría preguntarnos ¿Cuáles son las causas, los mecanismos que provocan
esta situación? ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias en relación con
nuestra comunidad?
El autor de la
sección del libro de Isaías de la que tomamos la lectura de hoy es llamado
Profeta Evangelizador o profeta de la esperanza.
Es la persona
o grupo que anima e impulsa a los desterrados en Babilonia a poner los medios
para regresar a su tierra.
Pero para
encontrar la mística para lograr el retorno hace falta saciar el hambre y la
sed y el Dios liberador invita al pueblo a comer y beber del alimento que da la
verdadera vida y fortalece para la liberación
La invitación de este capítulo se dirige a todos
los que padecen alguna necesidad. En el fondo, el profeta piensa en las
necesidades y angustias morales de su pueblo, simbolizadas en las
necesidades más perentorias humanas, de comer y beber.
En torno al relato del Evangelio, Mateo señala el momento
del día: había pasado la hora de la comida. Los discípulos se preocupan de ello
y piden a Jesús que despida a la gente.
«Comprar» significa volver a la
sociedad de la que proceden para someterse otra vez a las leyes económicas que
los han mantenido en la miseria.
A «comprar» Jesús opone «dar»:
son los discípulos los que tienen que dar de comer a la gente.
Ellos estiman que no tienen lo
suficiente. «Cinco» panes, en relación con los cinco mil hombres. Cinco panes y
dos peces suman siete, el número que indica la totalidad.
«Recostarse» para comer era propio de los hombres libres y era la
postura adoptada para la comida pascual, en recuerdo de la liberación de
Egipto.
Jesús coge todas las provisiones que
tiene el grupo y pronuncia la bendición que representa la acción de
gracias a Dios por el pan; se desvincula el pan de sus posesores humanos para
considerarlo como don de Dios, expresión de su generosidad y de su amor a los
hombres.
Repartir el pan y los peces significa prolongar la generosidad de Dios creador. Cuando
se libera la creación del egoísmo humano, sobra para cubrir la necesidad de
todos.
La saciedad está en relación con la
promesa hecha en las bienaventuranzas; se realiza la liberación de los
oprimidos propia del reino de Dios.
Las sobras, que llenan doce cestos, indican
que compartiendo puede saciarse el hambre de Israel.
Frente
al problema del hambre Jesús rechaza el camino del mercado; él propone el
camino de la solidaridad, pero esto exige formar grupos, recostarse como personas,
hay que partir el pan, hay que repartirlo por grupos y hay que recoger las
sobras para que nada se desperdicie.
Seguir
a Jesús implica para nosotros tomar conciencia del problema del hambre y sus
causas: Tomar conciencia significa no sólo estar informados, sino sentirnos
parte del problema y de la solución.
Seguir
a Jesús implica para nosotros dar solución al problema, no en forma individual
sino grupal y no sólo remediando la necesidad, sino combatiendo sus causas
profundas
Seguir a Jesús implica para nosotros como
personas libres partir y no acumular y después de partir compartir desde lo
poco.
Seguir
a Jesús implica para nosotros evitar todo tipo de desperdicio de la
alimentación: evitar darnos el lujo de tirar a la basura lo que otros hermanos
necesitan
Cosme
Carlos Ríos
Agosto
02 2014